Quito, entre lo antiguo y lo moderno

Quito (16h00).- Quito la capital del Ecuador es una ciudad anclada en el límite de lo antiguo y lo moderno, entre la tradición y lo actual. En este escenario de contrastes históricos, la recuperación de espacios públicos como el boulevard de las Naciones Unidas, la apertura de la iglesia de La Compañía de Jesús como museo y la implementación de un sistema de uso de bicicletas público apuntan a la conservación de la dualidad entre viejo y nuevo que caracteriza a la ciudad de Quito.

Alrededor del parque La Carolina, en la concentración moderna y comercial de la ciudad, se construyó un boulevard que recorre la avenida Naciones Unidas. Con una iluminaria colorida y entre exposiciones artísticas que se mantienen  en constante renovación, este espacio significa el Quito de edificios altos, de estructuras modernas y naturaleza.

En el centro de la ciudad, en la avenida Veinticuatro de Mayo,  un extenso boulevard que se iluminan de azul durante la noche inicia el recorrido hacia un viaje al pasado, al Quito Colonial. Allí se inicia la calle La Ronda, un rincón que mantiene sus coloridas casas que sirvieron de inspiración para los escritores vanguardistas de inicio del siglo XX.

Para recorrer la ciudad en bicicleta, desde hace muchos años se continúa el trazado de vías señalizadas que aseguran la vigencia de este medio de transporte ecológico y saludable. Hoy en día se implementó el sistema de alquiler de bicicletas públicas llamado Bici-Q. El circuito cuenta con paradas estratégicas en las cuales se puede recibir y entregar las bicicletas. Actualmente, Quito se une a las ciudades alrededor del mundo que prefieren el uso de la bicicleta por sus beneficios  ecológicos y de descongestionamiento del tráfico vehicular.En la misma línea, se ha diseñado cinco rutas de excursión y una ruta especial para ciclismo que atraviesan el monumental Pichincha, la montaña-escenario de la ciudad. Para recorrer los senderos se cuenta con guías especializados que pueden servir de acompañantes.

La iglesia de la Compañía de Jesús, a pocas cuadras de la Plaza Grande, es el signo más cuidado y valioso del patrimonio barroco de Latinoamérica. Sus paredes talladas en madera y cubiertas de pan de oro junto a sus imágenes en óleo que representan la misión evangelizadora de la comunidad jesuita. Entre sus paredes se conserva el trabajo de restauración de al menos 10 años en los que la iglesia se mantuvo cerrada el público. Hoy en día, se celebran eucaristías a lo largo del día y se realizan visitas guiadas en las que se cuenta la historia del templo y se reitera su importancia dentro de los monumentos artísticos mundiales.


 

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