Una pequeña mirada hacia lo extraordinario (Oso Andino) – Unidad Educativa Sagrado Corazón de Jesús-Hnas. Bethlemitas Ibarra

Nuestro pequeño planeta alberga un sin número de maravillas que el ojo humano apenas puede contemplar o entender. Antes de que el hombre se encaminara hacia la evolución, existía una relación armoniosa, pero esto fue cambiando, él necesitaba expandirse, sencillamente sobrevivir como cualquier otra especie, explotando territorios de acuerdo a sus necesidades. Muchas especies como plantas y animales sufrieron, sufren la temible expansión de las ciudades,  puesto que no formaban parte de las prioridades del gran “hombre sabio”.

 

Hablar de cada una de las especies perjudicadas sería una historia sin fin y que cada vez iría aumentado; pero ahora quiero centrar mis pensamientos en una especie que está cautivando a todo un cantón y,… porque no al mundo.

El oso andino o de anteojos es endémico de los Andes tropicales y es la única especie de oso existente en Sudamérica. Es el animal mamífero silvestre más grande y a su vez el más amenazado de esta zona ya que se encuentra en peligro de desaparecer, ha sido perseguido y cazado por el ser humano desde tiempos precolombinos.

 

Están presentes en seis países: Venezuela, Colombia,  Ecuador, Perú,  Bolivia y el norte de Argentina.

En su totalidad son veinte mil especímenes en vida silvestre,  solo en Ecuador  tres mil quinientas. Su nombre se debe a que tienen anillos de color blanco o dorado alrededor de los ojos, lo que hace que parezca que usan gafas, el resto de su pelaje es negro oscuro que se camufla con la tierra fértil. Estos osos tienden a tener la piel delgada en comparación con otros osos, debido a las temperaturas más cálidas donde suele habitar.

Son capaces de desarrollarse con éxito en variedad de condiciones que incluyen zonas forestales, matorrales desérticos y pastizales de montañas, sin embargo, buscan principalmente árboles, donde se construyen una plataforma para descansar y almacenar los alimentos.

Son osos muy tímidos, por lo que no es común la interacción con humanos. Sus hábitos son principalmente diurnos o mixtos, diurno y nocturno, de acuerdo con el lugar donde viven. Estos osos no hibernan, pues el alimento está disponible durante todo el año.

 

Las hembras crean un nido, donde nacerán sus crías, comúnmente en el mes de febrero, las madres son muy protectoras, por lo general procrean dos cachorros, estas permanecen con su madre hasta los dos años y se pueden separar a los ocho meses, entre los cuatro y cinco años de edad se consideran adultos.

Los machos pueden llegar a medir ocho metros y pesar cuatrocientas libras, en cambio  las hembras es un 25% menos.

Su dieta incluye una variedad de frutas, materia vegetal y carne.

La forma más común de observar a esta seductora especie es en cautiverio donde pierden su naturaleza y se rinden a la disposición del hombre, o peor aun a través de fotografías; pero existe un lugar donde hay la posibilidad de apreciarlos en su ambiente natural.

 

Fantásticas leyendas cobijaron a la imagen de estas especies como que raptaban a las más hermosas mujeres y así extender su legado, cuando la luna se apoderaba del cielo en su más hermosa forma, asesinaban de una manera despiadada pero tan solo eran relatos que nuestros ancestros narraban para crear una nube de ficción en este hermoso paraje de mi querido cantón.

 

Entre las acogedoras montañas de San José comunidad de Pimampiro en la  Provincia de los Lagos,  Imbabura y,  el inquieto río Pisque se encuentra el  hábitat perfecto de esta especie dominante,  que sigilosa busca volver a retomar posesión de un territorio que hace décadas atrás  les fue arrebatada por el hombre.

 

A lo lejos en aquella quebrada llena de vegetación que al parecer era innecesaria a los ojos del ser humano; majestuoso, imponente y curioso,  ahí estaba un oso Andino. Lo miró, sin temor cruzó el río, subió la montaña frondosa, esa fue la primera reacción de Danilo Vásquez, quien luego dedicaría 10 años de investigación a esta colosal especie.

 

Este encuentro se convirtió luego en una pasión que lo llevó a crear EL MIRADOR DEL OSO ANDINO,  un lugar visitado diariamente por propios y extraños, un lugar que se enfoca en proteger y monitorear permanentemente a esta criatura, un lugar que ha fortalecido el turismo en la zona.

Danilo Vásquez es un agricultor que encontró en esta variedad de fauna un verdadero misterio, en el cual se aventuró a indagar, empezó tomando pequeños apuntes, luego una cámara fue su aliada inseparable, todo empezó con un oso pero para su sorpresa era hembra y para su próxima visita la acompañaría su cría y así una a una como turistas llegaban a visitar este rincón, para asegurarse de que todo estaba en orden y a futuro convertirse en su hogar y en la zona turística más visitada del cantón.

Fue tan interesante su trabajo y tan minucioso que el Biólogo Andrés Laguna felicitó y apoyó su labor. Ahora trabajan en conjunto y su principal interés es saber más de estas magníficas criaturas.

Muchas entidades se interesaron en el trabajo realizado por estos dos personajes y se enfocaron en monitorearlos de esta manera protegerlos de su enemigo número uno la extinción y con ella la destrucción de una de las ocho especies únicas en el mundo y que se encuentra aquí en nuestro pequeño Pimampiro para deleite de los turistas.

El mirador del oso andino desea generar  una conciencia de cuidado hacia la naturaleza y su entorno de esta manera conservar  este paraíso selvático que poco a poco se destruye pero que con nuestra ayuda se lo puede regenerar y atesorar para las futuras generaciones.  Y como lo cita Charles Darwin: “El amor por todas las criaturas vivientes es el más noble atributo del hombre”.  Por ello cuidemos de todos los seres vivos, que aflore en nosotros ese amor a la naturaleza, porque nosotros hemos sido privilegiados en poseer una maravillosa flora y fauna, para convertir nuestra región del norte del país en el lugar mágico apreciado por propios y extranjeros.

 

Autora: Elinor Flores Ramírez – Unidad Educativa Sagrado Corazón de Jesús-Hnas. Bethlemitas Ibarra