Cuenca un paraíso terrenal y clásico – Unidad Educativa Técnico Salesiano

Jonnathan Marcelo

Mientras observo mi ciudad, la querida Atenas del Ecuador admiro las majestuosas iglesias donde cada ladrillo cuenta una historia, nuestra historia la cual se transmite a través de la magia de la música y de los inigualables paisajes siendo el paraíso perfecto para quien lo vive y lo siente de verdad. Si camino por la calle del Puente Roto, noto la auténtica arquitectura pues demuestra un estilo ancestral heredada por los españoles siendo las características propias de mi ciudad. Qué decir del río Tomebamba donde tanto extranjeros y jóvenes aventureros caminan asombrados de la naturaleza, un espacio libre, puro y sereno donde la paz es parte del paisaje.

 

Y si visitamos Turi donde la ciudad se ve iluminada por un millón de estrellas donde la noche demuestra ser el acompañante perfecto para denotar su magnífico esplendor sin duda alguna es una obra de arte que deja a todos con la boca abierta. Me paseo por sus alrededores incluso la cosa más simple se vuelve lo más encantado.

 

Un paseo en automóvil, mientras observo por la ventana mientras la brisa de los árboles recorre mi rostro. Llegó a uno de sus más bellos encantos El parque Nacional Cajas donde las lagunas conforman los espacios en el cual la pesca hace la actividad principal por atracción. No dejo de lado su fauna y su flora que también definen y dan vida a una de las maravillas de mi apreciada ciudad. Mientras seguimos el transcurso del camino miro las Tres Cruces y salgo del auto hacia el exterior para admirar un espacio verde y mis oídos escuchan el sonido de las aves quienes cantan al horizonte. Donde puedo percibir la fragancia de las flores y observó la neblina que hace al cielo casi indivisible y nublado. No me importa si el frio es intolerable porque cuando estoy aquí lo único que puedo hacer es admirar con tanta afinidad y belleza la calidad de paisajes captan todos mis sentidos y siento paz dentro de mí. Mientras mi niño interior es libre y da saltos de alegría porque no ha nada igual comparado a esto. Es un paisaje que habla por si solo donde las palabras se quedan cortas y las vistas increíbles que ofrece da un esplendor a la naturaleza.

 

Al finalizar mi recorrido retorno la zona urbana de mi ciudad donde me detengo a observar el Museo del Banco Central “El Pumapungo” donde las reliquias de hechos históricos nos hacen tener a todos algo en común, una ciudad que, aunque sea pequeña esta rodeados de paisajes, hechos, gente que ama con fervor a nuestra Santa Ana de los Cuatro Ríos. Cuenca la joya que transcribe elegancia, sencillez y clase. Aquella cuna de artesanos, joyeros, comerciantes, extranjeros, profesionales, jóvenes, niños, adultos orgullosos de nuestra bella ciudad.

 

Autora: Karol Loja – Unidad Educativa Técnico Salesiano