Consuelo Meneses: manos ecuatorianas que crean maravillas

Quito (21/08/2014).- Consuelo Meneses, maestra de taller en la rama artesanal de corte y confección, es una de las hábiles manos ecuatorianas capaces de convertir un pedazo de tela en un magnífico vestido.
Maneja su propio negocio desde hace ya varios años, en donde actualmente trabaja con tres personas más. Cada mes confecciona alrededor de 16 vestidos y entre 18 y 20 ternos de mujer. Comenta que lo que más elabora son pantalones y blusas. Sus clientes son mujeres únicamente, ya que explica que su taller está especializado en costura femenina.
Cada día, luego de atender las obligaciones del hogar, la señora Consuelo sale rumbo a su taller, en donde pasa largas horas haciendo lo que a ella más le gusta, crear. “Aquí adentro no puedo parar un rato”, cuenta. Su jornada culmina alrededor de las 19:30.
La arduo labor se enfoca en atender a sus clientas, recibir los encargos, cortar, probar y confeccionar, explica, la experta, quien menciona que además supervisar a sus empleadas es muy importante para asegurar que el trabajo final tenga buenos terminados.
Este es un trabajo artesanal, por lo cual las prendas se hacen a medida y a gusto de las clientas, es decir, una prenda a la vez y poniendo sumo cuidado y esmero en cada una de ellas. La ropa que se elabora en el taller es totalmente hecha a mano. Este proceso supone más esfuerzo que el vestuario que se elabora en serie, menciona la hábil mujer, “es un trabajo que vale”.
Sus modelos se basan en revistas y también en los estilos que las clientas llevan. Pero su trabajo va más allá del corte y la confección; Meneses también toma su tiempo para asesorar a quienes llegan hasta su taller, de acuerdo a la amplia experiencia que ha adquirido en esta profesión, a través de los años. La prioridad es que al final ellas queden satisfechas y, por supuesto, que luzcan impecables. Son estos detalles las razones de la fidelidad de su clientela, la cual incluso la recomienda y hace que su negocio crezca.
Entre el sinfín de labores y ajuares que ha elaborado, comenta que hay uno en especial que nunca va a olvidar. Asegura fue uno de los trabajos más complicados que le han sido encomendados: un vestido de graduación. Comenta que un día llegó una jovencita solicitando un modelo que, a simple vista, lucía sumamente complicado; sin embargo, Meneses, como toda una profesional, no podía decir que no estaría en la capacidad de hacerlo, de modo que aceptó el reto. Una vez que se decidió a confeccionar el mencionado atavío, lo primero que hizo fue pedir al resto de personas en el taller que no la molestasen. Incluso, ese día, no atendió a nadie. En aquella ocasión necesitaba de toda su concentración. Tal fue su preocupación que en un principio no hallaba el modo de empezar, pero finalmente, y con mucho talento, lo hizo, terminó el vestido. Al entregárselo a su dueña, esta quedó fascinada. Entonces la artesana, llena de satisfacción, supo que su esfuerzo realmente valió la pena.
Recordando esta y otras experiencias, Meneses asevera que en este trabajo se necesita tener mucha paciencia, porque algunas clientas suelen ser demasiado exigentes y a veces, incluso, piden cambios sobre la prenda ya terminada.
Afirma, además, que, en general, tener un negocio propio es demasiada responsabilidad, pues “hay que estar pendiente del local, de las personas con las que se trabaja y de las clientas, debido a que, como dueña, todo el trabajo recae sobre una”. Pero eso no es todo, haberse decidido a ser una mujer emprendedora también afecta su vida en familia, teniendo en cuenta que la mayor parte de su tiempo lo pasa en su taller, entre telas, agujas y tijeras.
Doña Consuelo está casada, tiene tres hijos y es una mujer luchadora que, gracias a los ingresos que obtiene de su taller, aporta con la economía de su hogar. Es por eso que su familia está de acuerdo con su trabajo.
“Esto es mi vida. Si no hubiera ejercido esta profesión, no sé qué hubiese sido de mí. Gracias a esta tengo mis ingresos, con eso vivo, lo es todo para mí”, afirma esta ecuatoriana que con su labor artesanal aporta a que el Ecuador sea cada día un país con gente emprendedora que muestra al mundo su trabajo arduo, esmerado y de calidad.
MCP