Quito (13-06-2013).- En Azuay, las ruinas Incas de Ingapirca son tratadas para evitar su degeneración. En la década de los 80, cuando primaba la necesidad de favorecer lo visual de la zona sobre la investigación, a fin de atraer turistas a esta localidad hizo que se retiren los musgos y líquenes de entre las piedras con cepillos metálicos.

Lo que se desconocía en aquel entonces, es que la microflora de vegetación había generado durante siglos un microclima en la roca, entonces al limpiarla, las piedras quedaron expuestas a las condiciones climáticas, según indicó Catalina Tello, gerente del proyecto Ingapirca.

Para revertir este proceso y evitar que las piedras continúen degradándose por capas, los responsables del complejo planean una restauración ecológica: plantar vegetación que capte la humedad del ambiente y construir una malla vegetal formada por árboles para evitar la erosión eólica.

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