Respetar la naturaleza es amar la vida

Quito (15h30).- El Ministerio de Turismo desarrolla una práctica que incorpora los conceptos del turismo responsable, ético y sostenible, que también ahonda en la importancia de la experiencia de vida que genera la actividad turística y su potencialidad transformadora del ser humano. Una propuesta que mundialmente se conoce como el Turismo Consciente.
Este nuevo concepto perfila la idea de un desarrollo turístico que proteja y respete el medio ambiente natural, social, humano y cultural, para tener efectos positivos en la vida de las personas.
Igualmente, la Constitución del Ecuador, en su Capitulo Séptimo, señala el Derecho de la Naturaleza, que incentiva a las personas naturales y jurídicas, y a los colectivos, para que la protejan y promuevan el respeto a todos los elementos que forman un ecosistema y el mantenimiento y regeneración de sus ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos..
Al respecto, el Ministerio de Turismo ha emprendido campañas de concienciación de cómo mantener las playas limpias del país, con el afán de educar a la población acerca del manejo de sus desechos.
Pero nosotros como ecuatorianos ¿qué estamos haciendo? Consumimos productos a diario que terminan en nuestro estomago, en los ríos o mares, en la calle, en el campo, botaderos y/o rellenos sanitarios. Lo prudente sería conocer y tomar conciencia sobre los materiales con los que hacen los productos que consumimos y sus tiempos para que la naturaleza los transforme.
¿Sabe usted cuánto tiempo demora la naturaleza en transformar?
4 000 años: La botella de vidrio, es un objeto muy resistente aunque frágil porque con una simple caída puede quebrarse, para los componentes naturales del suelo es una tarea titánica transformarla. Formada por arena y carbonatos de sodio y de calcio, es reciclable en un 100%.
Más de 1 000 años: Pilas. La mayoría tiene mercurio, pero otras también pueden tener zinc, cromo, arsénico, plomo o cadmio. Pueden empezar a separarse luego de 50 años al aire libre. Pero permanece como agentes nocivos.
1 000 años: Los vasos descartables.
100 a 1 000 años: Las botellas de plástico al aire libre pierden su tonicidad, se fragmentan y se dispersan. Enterradas duran más. La mayoría está hecha de tereftalato de polietileno (PET), un material duro de degradar, los microorganismos no tienen mecanismos para atacarlos.
300 años: Muñecas de plástico.
200 años: Zapatos de caucho.
150 años: La funda plástica.
100 años: Unicel, no es un material biodegradable. Está presente en gran parte del embalaje de artículos electrónicos.
100 años: Encendedor.
30 años: Aerosoles y Tapas de botella.
30 años: Envases tetra-pak 75% de su estructura es de celulosa, el 20 de polietileno puro de baja densidad y el 5% de aluminio. Lo que tarda más en degradarse es el aluminio. La celulosas, si está al aire libre, desaparece en poco más de 1 año.
10 años: Lata de refresco o cerveza.
5 años: Un trozo de chicle masticado se convierte en ese tiempo, por acción del oxígeno, en un material súper duro que luego empieza a resquebrajarse hasta desaparecer.
1 a 2 años: Colilla de cigarrillo.
1 año: El papel, compuesto básicamente por celulosa, no le da mayores problemas a la naturaleza para integrar sus componentes al suelo. Si queda tirado sobre tierra y le toca un invierno lluvioso, no tarda en degradarse. Lo ideal, de todos modos, es reciclarlo para evitar que sigan talando árboles para su fabricación.
3 a 4 semanas: Los desechos orgánicos.
(CMY/LTG)