Las tradiciones para recordar a los difuntos son diversas en la zona norte

Ibarra, (27/10/2014) En la provincia de Imbabura se conmemora el Día de los Difuntos “con rituales que sincretizan la herencia ancestral indígena y la celebración católica traída por los españoles”, así lo afirma el sociólogo Juan F. Ruales.

2En las comunidades indígenas se acostumbra compartir los alimentos con los difuntos. Por ejemplo, en Otavalo desde muy temprano y vestidos con sus mejores galas los indígenas visitan las tumbas de sus muertos. Este lugar se convierte en un espacio de reencuentro. Los familiares comparten los alimentos que el difunto solía comer (toda clase de granos, cuy con papas y chicha). Para completar el ritual se pide por el alma del difunto mediante los responsos que son rezos fúnebres recitados por un familiar o por los “responseros”.

Otro de los rituales que se realiza al norte del país consiste en «velar» a los muertos durante toda la noche. En Atuntaqui, el ritual empieza con la eucaristía a primeras horas de la noche del 1 de noviembre, luego se trasladan al Cementerio Santa Marta, que se ilumina con las velas de los fieles que se congregan alrededor de las tumbas para rezar por los difuntos.

En el Cementerio Municipal de Tulcán “José María Azael Franco”, considerado único en América Latina por las esculturas en ciprés, recibe a miles de fieles y turistas cada año. Las más de 300 figuras de ciprés son el principal atractivo del cementerio, por lo que fue declarado Patrimonio Cultural del Ecuador en 1984.

3La feria del pan y colada morada es otra de las actividades que se pueden apreciar en el Cementerio Municipal de Tulcán. Aquí podrá degustar la bebida típica de finados: la colada morada. Según Ruales, la tradición de la elaboración de las guaguas de pan “es una reminiscencia pre-colombina mediante la cual se materializa la evocación de la figura de la persona fallecida”.

En Canchimalero (Esmeraldas), en la tarde del 2 de noviembre y el amanecer del 3 de noviembre, se adornan los botes y balsas con hojas de plátano, palma y flores. Además de improvisarse un altar en el cual se ubica a San Martín. En la mañana se realiza una procesión por las calles principales hasta llegar a la embarcación y colocarlo en el altar.

Luego salen las embarcaciones de las comunidades más distantes hasta reunirse todas frente a la isla de Limones, donde dan vueltas esperando a que salga la gabarra y emprenden el recorrido hasta la isla de Canchimalero. Durante todo el viaje se cantan arrullos para San Martín De Porres, tratando cada embarcación de ser la mejor y sobresalir por su alegría.

Las embarcaciones van llegando una a una a la isla. Las que llevan a los santos lanzan frutas y dulces típicos de la zona como ofrenda hacia los devotos que reciben con gran alegría la llegada de San Martín.

ER


 

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